
Día 11 de abril de 2007. Día soleado pero con ciertas nubes acercándose sobre nuestras cabezas, amenazando día gris y tormentoso, con serios problemas de nerviosismo. Son las 9,45 horas GMT. Hora del examen. Ya estamos de nuevo aquí, por cuarta vez en el circuito.

Primer turno, el bobo y el chaval. Primero sale el chaval del circuito, lentamente, va saliendo sin problemas haciendo un recorrido por el circuito y después un poco por Móstoles (donde las coquretas de Encanna). A mitad de camino, le dice que pare a un lado. Dios, es mi turno, me tiemblan las piernas, no soy capaz de levantarme y aún me pregunto como pude sentarme en el asiento.
Conduce por aquí, sigue recto, gira a la derecha, ¡¡como vas a pararte a dejar que cruce un peatón en un semáforo si éste está en verde!! Tome la salida hacia Navalcarnero, ¡¡Hacia Navalcarnerooo!! Toma volantazo que dios te crió, “acojone” de tós y caras largas del profesor. Llegamos al circuito vivos, que poco no es, con mas nervios y ningún desastre más. Pare usted a la izquierda, ahí, pero sin llevarse a nadie por delante.
Nos bajamos y se va la chica. Esperamos. Un café, nervios, una conversación sin sentido, mas nervios, me tiemblan las piernas.
Vuelve el coche, profesor, chica y examinador. Cinco minutos dentro del coche. Nosotros tres esperando fuera. Se corta el aire con cuchillo. Tensión y nervios en el ambiente.
Chica, Mandi, has aprobado.

Bobo, ¡Has aprobado! Enhorabuena. Ya era hora. A la cuarta va la vencida.
Como dice el refrán... “quien la persigue la consigue”. Ya tengo mi carnet, ya puedo tener mi cochecito...
"Temblad, os digo, que no hay más peligro que darle a un niño una piedra o quitarle un bozal a un perro rabioso"