jueves, marzo 16, 2006

Historias de vagón

Vagón 13, compartimento 18, asiento 88, ventanilla, no fumador, lugar donde me fui chocando con la gente por el pasillo del vagón.

Mis compañeros de vagón son muy diferentes.

Están una madre con su hijo, no llegará a siete años, llorón, chillón, juguetón, mal viaje nos dará, maleta grande, abultada, bolso de piel falsa y la bolsa
de viaje con la merienda del niño.

El empresario con su maletín negro, traje gris con chaqueta azul marino, corbata de barcos navegando a juego con la camisa.

La pareja de enamorados, sentados juntos, con las manos agarradas, besándose sin pudor con mochilas engordadas con la ropa del fin de semana, el termo de café y los bocadillos de la cena.

La monja camino de su convento, con el traje religioso todo negro, oscuro, sobre la cabeza cubierta pese al calor y su Biblia en la mano con un cuadernillo de oraciones para rezar. Bolsita de plástico y pequeña, entre los pies, con cremallera rota hasta la mitad del cierre y una revista sobresaliendo de ella.

La chica joven que se desplaza a la capital a ver a su familia, después de una semana fuera de casa, estudiante de medicina en la universidad Ripoll. Sin maleta, no hace falta, un pequeño bolso con los típicos pañuelos y demás secretos de mujer.

Y yo, asiento 88, con mi maleta grande y ruidosa.


El tren arrancó y se puso camino de nuestro destino lentamente. Miré uno a uno a mis compañeros de viaje, intentando leer en sus caras cada historia, sus vidas, sus presentes y pasados, porqué no sus futuros, mientras el traqueteo del tren me introducía en un sueño profundo.

En un sueño profundo donde veía monjas con maletines, una madre con su hija universitaria, un niño con su padre, dos enamorados camino de la universidad...

1 comentario:

Eli dijo...

Iba yo en tren hacia Varsovia, cuando me fijé en que estaba en el asiento 88...:p