sábado, julio 15, 2006


Es difícil contestar cuando se te pregunta si crees en que todavía existe gente buena en este mundo, pero sé que al menos hay una persona lejos de aquí, alrededor de 2500 kilómetros de Madrid, que está seguro que existen.

Día 11 de julio de 2006. Calle Vysehradska y Na Slupi. El calor cae sobre la acera como cuchillos sobre la espalda, taladrando cada centímetro de mi cuerpo cuando avanzo a lo largo de la empinada cuesta. Un poco mas arriba le veo en su silla de ruedas. Le veo mover sus manos, enguantadas, con sus ligeros brazos haciendo el sobrehumano esfuerzo para avanzar siquiera unos centímetros cuando al soltar las ruedas para recolocar las manos, éstas caen hacia atrás retrocediendo lo poco avanzado. Y repite el gesto, insistente, avanzando esos centimetros que retrocederá de nuevo.

Me acerco y le pregunto si puedo ayudarle. El hombre, amable, me dirige una sonrisa de salvación, él no puede y yo lo sé, él lo sabe tambien y me dice que sí, por favor, que le ayude. Avanzamos hacia arriba de la cuesta. Cinco, diez minutos bajo el sol. Me cuesta empujar la silla, se desvía hacia los lados, la acera, bacheada, impide que suba mas deprisa.

Mientras subimos el señor dirige unas palabras, amablemente, se siente una molestia y quiere ser simpático, sonríe y con sus manos apoyadas en las rodillas se deja llevar como olas por el mar. Pregunta de donde soy, por qué vine, le pregunto donde va, él es de Praga.

Arriba de la cuesta, dice que allí le deje, que cruzará solo el parque. Después de despedirnos, andamos y le vemos subir un poco mas de cuesta, él no puede, sigue sin poder y una chica intenta ayudarle. Sin embargo, nosotros nos volvemos y él nos ve, levanta la mano saludando y le dice a la chica que le deje solo. Ella se va. Nuestra última mirada es hacia ese luchador, cuesta arriba, empujando con sus manos esas ruedas, esforzándose por subir solo sin ayuda.

Y esa sonrisa, ese gesto con la mano de agradecimiento. Y esa mirada que dirigó al despedirse. Gracias a esas tres cosas, me siento muy muy bien por haberle ayudado. Al menos ese día, ese hombre podría pensar que todavía existe gente buena por el mundo.

1 comentario:

Eli dijo...

Y a mi que me suena esta historia..., que cosas..., por cierto, si existe gente buena, yo en concreto conozco un angelito, que trabaja en la tierra, es un cielo, o mejor dicho, viene del cielo.